lunes, 31 de mayo de 2010

¡En la misma senda!

El sábado se ha cerrado el curso dedicado al estudio de la propiedad intelectual, organizado por http://auladeedicion.uv.es/. Los alumnos del curso, cualificados y motivados, han seguido durante 48 horas las explicaciones de un acreditado conjunto de profesores y profesionales de la edición.

En las ocho horas dedicadas a este tema durante este último fin de semana he visto cómo Guillermo Palao era capaz de transmitir con la verdad que la pasión otorga al decir que el respeto a la propiedad intelectual es garantía de desarrollo intelectual y social. Como él todos nos hemos quedado con la misma envidia ante esa constitución que, sin duda, asumiendo lo más sustantivo del espíritu ilustrado, pide se favorezcan a los inventores, se respete y proteja su propiedad desde el mil setecientos y…. Sin duda alguna los EEUU aportarán al desarrollo de sus crisis el valor añadido de un conocimiento generado desde sus centros de investigación y, por ello, sus crisis tendrán formas de desarrollo muy diversas de las nuestras. Pero, sobre todo, la propiedad intelectual goza de una hegemonía tal que hasta genera, a su vez, otras formas de protección y uso de la propiedad intelectual:creative commons. En España, formas creadas para proteger la propiedad intelectual, la desprestigian.

Pero, además, he podido apreciar cómo caben planteamientos económicos que, asumiendo la inestable realidad de los procesos y formas de desarrollo de productos digitales en nuestros días, harían posible alumbrar formas de negocio de la edición digital que deberían estar siendo protagonizadas por las publicaciones universitarias. En verdad, las publicaciones universitarias deberían haber estudiado y ensayado formas de negocio para, por una parte, corregir alguna de sus disfunciones (v.gr. en el campo de las publicaciones periódica) y, por otra parte, deberían presentar formas de desarrollo comercial de la edición digital. Esta sería una importante contribución que, además, revertiría sobre la sociedad y el sistema productivo lo que el presupuesto público hubiera aportado vía presupuesto de las universidades.

Con gran envidia aprecio la forma en la que sectores editoriales europeos que han contribuido a regular y difundir la investigación de calidad desde que se editó Le Journal des savants, han dado el paso a la edición digital en el ámbito de las publicaciones periódicas que recogen la investigación avanzada. No sólo han conservado lo que el editor, dentro de la más pùra tradición del concepto de editor, ha aportado de calidad a la difusión y conservación de los trabajos más valorados por la comunidad científica, sino que, además, han logrado perfeccionar el producto digital para que rinda más frutos a esa comunidad científica. Los servicios de publicaciones de las Universidades españolas deberían aportar una forma de comercio digital que recogiera el campo de la investigación consolidada; en realidad, Europeana ya es un proyecto que está aproximando las formaciones culturales más destacadas a nuestras mesas de estudio.
El gran vacío, el de “los libros invisibles” probablemente se lo entreguemos a Google. La pena es que ese será el resultado final por pereza y falta de planificación e imaginación, de ideas.

G. Quintás.