jueves, 18 de junio de 2009

LAS UNIVERSIDADES SE ESTÁN CONVIRTIENDO EN ESCUELAS. Una crítica al proceso de Bolonia

Desde sus inicios, el proceso de Bolonia ha sido acogido con fuertes críticas en las universidades alemanas. En octubre de 2008, el teólogo Marius Reiser dimitió de su cátedra en protesta contra las reformas.

El objetivo del proceso de Bolonia es crear un Espacio Europeo de Educación Superior y, mientras tanto, se han ido introduciendo los títulos de grado y de postgrado en las universidades alemanas. Pero no está tan claro cómo ve los nuevos grados el mercado de trebajo internacional. Con todo, quienes desearían mantener el ideal de universidad de Humbdolt –es decir, un lugar donde la enseñanza y la investigación estén vinculadas estrechamente– y rechazan con vehemencia tratar a la enseñanza universitaria com si fuese una escuela, se niegan a quedarse callados.

En octubre de 2008, el teólogo Marius Reiser, catedrático desde 1991 en la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia, dimitió de su cátedra en protesta contra los cambios en las universidades. Con efectos del 1 de abril de 2009, ha dimitido como funcionario de la administración pública.

Señor Reiser, ¿cuál es en su opinión la función de la universidad?
Las universidades representan la cima del sistema educativo. En este sentido, tendrían que proporcionar el nivel más alto de educación. Aún más, tendrían que encaminar a los estudiantes hacia la ciencia y la investigación. Naturalmente, no todos los estudiantes pueden ser investigadores. Con todo, al menos es posible enseñarles a todos la diferencia entre conocimiento escolar y trabajo académico.

¿Cuáles son sus principales críticas al proceso de Bolonia?
Que precisamente desdibuja esta distinción. Como se puede leer en todas partes, el proceso de Bolonia se centra totalmente en la impartición de conocimientos, en dar a los estudiantes un conocimiento básico y una visión general sobre un tema. Todo está enfocado de cara a la formación pro­fesional, con las universidades limitadas a proporcionar a los estudiantes los conocimientos que más tarde necesitarán en sus lugares de trabajo.

¿Pero no es bueno eso?
En los cursos de formación del profesorado en particular, la transmisión de conocimientos ha sido siempre un objetivo secundario de la educación universitaria. El objetivo principal, por el contrario, era introducir a los estu­diantes en el trabajo científico y académico y desarrollar su propia personalidad, incluyendo la capacidad de pensar y trabajar de manera independiente. No se trataba de proporcionar un conocimiento sencillo y general. Los estudiantes aprendían, por ejemplo, cómo resolver proble­mas ellos mismos y cómo adquieren los investigadores nuevos conocimientos.

Las reformas pretenden conseguir un grado de estandarización que llevará, a la larga, a una movilidad más general. ¿No es eso un buen objetivo, en su opinión?
No creo que haya nadie que realmente quiera la estandarización. Lo que queremos, me parece a mí, es un paisaje universitario diverso en el que cada disciplina es un tanto diferente en cada universidad, dependiendo de los profesores que trabajan en ella y de dónde ponen su énfasis particular.
La movilidad no tiene nada que ver con esta estandarización, a menos que el objetivo sea realmente hacer que todas las universidades sean exac­tamente iguales, dotadas con el mismo equipamiento y teniendo que enseñar los mismos contenidos. Si fuese así, los profesores ya no serían necesarios: al fin y al cabo, los estudiantes de los cursos superiores son perfectamente capaces de leer en voz alta los libros de texto.

¿Se ha conseguido más movilidad?
Al contrario. A todos los efectos, los estudiantes de grado ya no pueden cambiar de una universidad a otra antes de graduarse. Y eso es porque el plan de estudios es tan rígido y está tan regulado que la movilidad ya no es viable. El contenido y la presentación precisos de los módulos no dejan de ser, después de todo, diferentes en cada universidad, pero los estudiantes no pueden permitirse perder un semestre para cambiar de universidad.

En otras palabras, usted cree que hay bastante estandarización para destruir la diversidad pero no suficiente para facilitar la movilidad de los estudiantes. ¿No ve nada de positivo en la reforma?
No, no veo en ella nada de positivo. La gente continúa diciendo que hasta ahora hemos tenido demasiada libertad en muchos temas, y que los estudiantes tienen problemas para encontrar su camino. Seguramente es verdad que el antiguo sistema necesitaba una reforma, y que se tendría que haber seguido un enfoque más estructurado en algunos temas. Por ejemplo, habría sido razonable introducir un examen intermedio para los estudiantes que quisiesen hacer cursos de grado en formación del profesorado. Estas reformas necesarias, sin embargo, se habrían podido realizar fácilmente en el antiguo sistema.

¿Cuáles serán las consecuencias a largo plazo de la reforma para las universidades?
A largo plazo, convertirá las universidades en escueles. Y como todo lo que realmente necesita una escuela es un buen surtido de libros de texto, difícilmente se usarán en el futuro las bibliotecas universitarias. Encontrarás en ellas aún alguna persona rara que esté bastante loca para seguir investigando, pero la mayoría de los estudiantes ya no tendrán tiempo.


Entrevista realizada por Dagmar Giersberg, periodista freelance de Bonn. Traducción al inglés de Chris Cave.
Copyright: Goethe-Institut e. V., Online-Redaktion, junio 2009.

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